Pocas cosas son más poderosas que compartir su historia. Para los supervivientes, nuestras historias son más que simples relatos de dolor; son ejemplos de resiliencia, que ilustran que existe un camino hacia la curación y la integridad, incluso en las dificultades.

Empezando aquí

Nunca olvidaré el frío en el aire de aquella noche de noviembre cuando descubrí que estaba embarazada. El trauma de la agresión sexual me había dejado completamente destrozada, cuestionando todo lo que sabía de mí misma. ¿Cómo pude haber sido tan irresponsable y descuidada? La vergüenza de la agresión me silenció. Culpándome a mí misma, juré no contárselo a nadie. Seguí adelante. Cinco semanas después, allí estaba, mirando dos líneas en una prueba de embarazo casera.

Esta no era la primera vez que me encontraba mirando esas familiares líneas dobles. A principios de ese año, me había quedado embarazada y decidí abortar en casa sola. Mis compañeras de piso de la universidad se habían ido a casa a ver a sus familias durante el fin de semana, y yo me quedé atrás. Sentí que iba a morir en el suelo de ese baño. En ese momento, y en otros, recé para que así fuera. Me dije a mí misma que era lo correcto y que todos estarían mejor así. Después del aborto, empecé a beber y a ir a fiestas casi todas las noches.

Eligiendo un nuevo camino

A la mañana siguiente, llamé a la clínica abortista que tenía cerca y reservé la primera cita disponible. A la semana siguiente, me encontré en una sala de espera llena de otras mujeres que también estaban allí para ser liberadas ese día. Mientras estaba sentada allí, algo en mí cambió. Me levanté y salí a tomar el aire. De pie allí, metí la mano en mi bolso, cogí mi teléfono y llamé a mis padres. Les confesé dónde estaba y todo lo que había estado pasando. Mi padre me dijo que volviera a casa y me aseguró que lo solucionaríamos juntos. Cuando llegué a su casa a última hora de la tarde, mis padres me estaban esperando fuera.

Durante las siguientes semanas, me ayudaron a volver a casa y a empezar a reconstruir mi vida. Mi madre me concertó una cita para hacerme una ecografía en nuestra clínica de embarazo local. Con el tiempo, el personal de la clínica se hizo amigo mío y de mi familia. Juntos, todos dimos la bienvenida a mi hija al mundo a principios del verano siguiente.

Mi hija trae mucha alegría al mundo. Es muy querida y simplemente no podríamos imaginar una vida sin ella. Mis padres me ayudaron a terminar la escuela y a recuperarme. Nunca me han condenado ni reprendido por la vida que había estado viviendo. Que todos nos esforcemos por seguir su ejemplo de vivir la gracia y el amor a los que nos rodean, cada día.

Estamos aquí para usted

Avanzar después de una agresión sexual requiere valor, resiliencia y apoyo. No está sola.

Si usted o alguien que conoce cree que puede estar embarazada después de una agresión sexual, estamos aquí para ayudarla. Nuestro equipo está aquí para guiarla y proporcionarle los recursos que necesita a medida que avanza hacia la curación y la integridad que se merece. Solicite una cita con nuestro compasivo personal hoy mismo.

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